RADIO PIEDRA BLANCA 104.5

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ME GUSTA EL AIRE SERRANO Y POR ESO SOY PUNTANO.

Antonio Esteban Agüero


Antonio Esteban Agüero nació en Piedra Blanca (Provincia de San Luis, República Argentina) el 7 de febrero de 1917 y falleció el 18 de junio de 1970. Sus restos descansan en el cementerio de Merlo. Su primer matrimonio se efectuó en México, el 4 de enero de 1952 con Elia Barbosa Fernández, madre de su única hija, la doctora María Teresa Agüero.

Se graduó de Maestro Normal Nacional en la Escuela Normal "Juan Pascual Pringles" de la Ciudad de San Luis. Desempeñó importantes cargos públicos en su provincia. Presidente del Consejo Provincial de Educación (1955/56), Director de Cultura (1957), Ministro de previsión Social y Educación (1957), Ministro de Gobierno (1958/59), después de haber sido proscripto y perseguido durante los difíciles años del peronismo. Su poema 'Canción del hombre libre' habla de esas persecuciones.

Su vocación literaria se manifestó a temprana edad, los primeros relatos y poemas datan desde sus quince años. En 1937 se publica su primer libro. ("Poemas Lugareños")

Poeta y prosista obtuvo distinciones por varios de sus trabajos: "Retrato de un dama" obtuvo el 1º Premio de Poesía y Medalla de Oro, 1947, de la Dirección General de Cultura de Córdoba, "Las cantatas del árbol" y "Romancero de niños" fueron galardonados con el 1º Premio Nacional de Literatura Regional, máxima distinción a que puede aspirar un escritor residente en el interior del país. En 1958, la Dirección Nacional de radiodifusión le otorgó la Medalla de Oro por la mejor conferencia de carácter histórico.

Desde 1938, Agüero colaboró en el suplemento dominical del diario "La Prensa" (Buenos Aires), y en numerosas revistas y periódicos argentinos y extranjeros: "La Nación" (Chile), "El Comercio" (Perú), "El Hogar", "Mundo Argentino", "Vosotras", "Los Andes", "Los Principios", "Ideas" (San Luis) y "Revista de San Luis", entre otras.

En 1960 el diario "Clarín" de Buenos Aires otorgó al poeta, por voto unánime de los tres jurados (Jorge Luis Borges, Enrique Larreta y Fermín Gutiérrez), el premio del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo a su poema "Un hombre dice a su pequeño país".

En 1970, Antonio Esteban Agüero recibió el título de Doctor Honoris Causa Post-Mortem de la Universidad Nacional de San Luis, por Resolución Rectoral Nº 109 del 28 de Setiembre de ese año.

Numerosos escritores y críticos argentinos y extranjeros se han ocupado de la obra poética del poeta puntano: Juana de Ibarbouru, Fermín Silva Valdés, José Vasconcelos, Enrique Larreta, Ricardo Nervi, Abelardo Arias, Alejandro Nicotra, Ernesto Sábato y Jorge Luis Borges, entre otros.

Entre sus principales publicaciones se destacan: "Poemas lugareños" (1937), "Romancero Aldeano" (1938), "Pastorales" (1939), "Romancero de niños" (1946), "Cantatas del árbol" (1953), "Un hombre dice a su pequeño país" (1972), "Canciones para la voz humana" (1973) y "Poemas Inéditos" (1978). Estos tres últimas obras fueron publicadas póstumamente por su segunda esposa: Rosa Romanella de Agüero.

Actualmente están publicadas sus obras completas por la Editorial Universitaria de San Luis.

DIGO LA MAZAMORRA - Cancion
Letra: Antonio Esteban Aguero

La mazamorra, sabes, es el pan de los pobres
y leche de las madres con los senos vacíos.
Yo le beso las manos al Inca Viracocha
porque inventó el maíz y enseñó su cultivo.

En una artesa viene para unir la familia
saludada por viejos, festejada por niños.
Allá donde las cabras remontan en silencio
y el hambre es una nube con las alas de trigo.

Todo es hermoso en ella: la mazorca madura
que desgranan en noches de vientos campesinos;
el mortero y la moza con trenzas sobre el hombro,
que entre los granos mezcla rubores y suspiros.

Si la quieres perfecta, busca un cuenco de barro
y espésala con leves ademanes prolijos
del mecedor cortado de rama de la higuera,
que a la siesta da sombra, venteveos e higos.

Recitado
Y si quieres, agrégale una pizca de ceniza de jume,
esa planta que resume los desiertos salinos
y deja que la llama le transmita su fuerza
hasta que adquiera un tinte levemente ambarino.
Cuando la comes, sientes que el pueblo te acompaña
a lo largo de valles o recodos de ríos.
Cuando la comes, sientes que la tierra es tu madre,
más que la anciana triste que espera en el camino
tu regreso del campo. Es madre de tu madre
y su rostro es una piedra trabajada por siglos.

Hay ciudades que ignoran su gusto americano
y muchos que olvidaron su sabor argentino,
pero ella ser siempre lo que fue para el Inca:
nodriza de los pobres en el páramo andino.
La noche que fusilen poetas y canciones,
por haber traicionado, por haber corrompido,
La música y el polen, los pájaros y el fuego,
quizás a mí me salven estos versos que digo.

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